Situación: Palau Solità i Plegamans, Barcelona
Proyecto: 2013
Obra: 2013-14
Superfície construida: 209m2
Colaboradores: Blai Cabrero Bosch, Montse Fornés Guàrdia, Toni Jiménez Anglès, Carla Piñol Moreno
Fotografía: Adrià Goula
Premios: Mención especial ‘Fritz Höger Preis’ 2017, Finalista ‘Premio ENOR 2017’
La parcela se halla en una zona residencial de baja densidad donde predominan las casas con jardín, el pendiente de la parcela era suave y continuo hasta el final de la parcela, y toda la parcela tenía un muy buen asoleo durante todo el día. La normativa urbanística permitía edificar más de lo necesario, pudiendo hacer planta baja más dos plantas piso, con la principal restricción de separarse 6 metros respecto la alineación del vial y 3 metros del resto de límites.
El proyecto partió de la restricción que aportaba el estudio geotécnico que nos indicaba que los primeros metros de subsuelo tenían una capacidad resistente muy baja. Para evitar una solución de cimentación profunda, poco viable económicamente y ambientalmente, fue necesario replantear profundamente la organización de la casa y sus sistemas constructivos. Necesitábamos una construcción muy ligera o alternativamente una construcción que repartiera muy homogéneamente las cargas al terreno. La opción de construcción ligera se descartó por coste y sobretodo porque creíamos necesario tener el máximo de inercia térmica interior para garantizar un mejor confort pasivo, por tanto la primera decisión fue hacer una casa solamente en planta baja evitando acumulaciones de carga concentradas en una zona del terreno. La segunda, utilizar solera en vez de forjado sanitario para transmitir el peso de los pavimentos y las sobrecargas de uso directamente al terreno sin pasar por los cimientos. La tercera, utilizar un sistema estructural lineal, en este caso muros de carga, que repartieran al máximo las cargas de la cubierta al terreno. La cuarta, organizar estas paredes estructurales de manera totalmente regular, en forma de retícula equidistante, de manera que las paredes y cimientos recogieran una misma parte proporcional de la carga del edificio y garantizaran un descenso suficientemente homogéneo a lo largo del terreno. Esta organización permitía llevar el proyecto al límite, ajustando al máximo y sobrecargando el terreno hasta su límite para conseguir la casa más pesada posible que tuviera la máxima masa (inercia) admisible por el terreno.
Que la casa se desarrollara toda en planta baja, permitió construirla con una tecnología sencilla de paredes de carga con unas luces cortas, dando una respuesta estructural óptima a las características del terreno y sobretodo permitiendo ajustarse a los costes previstos para su ejecución.
Aunque la parcela ya era bastante plana, se aprovecharon las tierras de las excavaciones de la cimentación para acabar de aplanar el jardín perimetral a cota de la casa, potenciando al máximo la continuidad interior-exterior. El volumen liberado debajo de la solera se rellenó con un grueso lecho de gravas creando un acumulador térmico con mucha inercia que sirve para pre-tratar el aire de renovación de manera que en invierno el aire de admisión se calienta al cruzar por las gravas y en verano se refresca. Siempre se intentó que la solución de un problema fuera, a su vez, una ocasión para introducir mejoras en el proyecto.
El programa se distribuye en diez espacios equivalentes de 3,5×5,12m. La polivalencia de estos 18m2 y las generosas relaciones entre ellos ofrece, sorprendentemente, mucha libertad a la hora de organizar los usos y permite imaginar que la casa pueda ser utilizada de muchas maneras diferentes a lo largo de los años, creando estancias que se pueden entender como segregadas o como un único gran espacio continuo. Son espacios configurados directamente por la estructura y por su materialidad; sin revestir, combinando paredes de carga de ladrillo cerámico, solera de hormigón y techos de bovedilla cerámica. Todos los materiales son estructurales y por tanto imprescindibles para la construcción de un espacio habitable. Se intentó resolver una arquitectura que surgiera de lo mínimo y necesario, evitando elementos superfluos, pero que a la vez sugiriera el máximo potencial de uso posible. La casa es tan solo una infraestructura donde los usuarios pueden escoger cuál es la mejor manera de apropiársela.
La casa se orientó y distribuyó interiormente predominando la dirección sur-este para potenciar la captación solar directa en invierno, protegerse fácilmente del sol en verano, a la vez que proteger el jardín principal de los vientos dominantes de noroeste y estimular unas mejores ventilaciones cruzadas en el interior de la casa. La necesidad de una buena protección solar en verano fue una buena oportunidad para trabajar intensamente con la vegetación, creando un jardín vertical, una transición entre interior y exterior, entre lo mineral y lo vegetal. En este caso la vegetación trabaja reproduciendo la retícula interior en forma de pequeñas capillas vegetales de hoja caduca que, sin llegar a construir una estancia exterior completa, crearan un sobre-grueso estacionario que sobrepuesto a la construcción cerámica evitará que el sol de verano sobrecaliente la casa. Estas pequeñas capillas se organizan a partir de unos listones de madera que, a modo de tutores, orientan las enredaderas resiguiendo y protegiendo cada una de las oberturas de la casa.
Dado que la casa tiene bastante masa y por tanto bastante inercia térmica, si el usuario realiza ventilación nocturna y utiliza correctamente el lecho de gravas se puede asegurar un excelente confort térmico de verano sin la necesidad de aire acondicionado.
La construcción es voluntariamente baja y alargada de manera que adopta unas proporciones esbeltas que, sumadas a las oberturas transversales y a la protección solar vegetal, minimizan el impacto e integran la presencia de la construcción dentro de la parcela, de manera que uno tiene la vivencia de que la casa no es un añadido, que es muy permeable y está totalmente conectada hacia en jardín tanto de fuera hacia adentro, como de dentro a fuera, como de lado a lado. La casa y el jardín querrían ser una misma cosa, de manera que al vivir se tenga la sensación de vivir y utilizar toda la parcela.
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