Casa 1736

Situación: Barcelona
Proyecto: 2018-2019
Obra: 2020-2023
Superficie construida: 631 m2
Colaboradores: Miquel Arias, Maya Torres, Maria Ferré, Albert Ferraz
Equipo: DSM arquitectes (estructura), M7 Enginyers (instalaciones), Carles Bou (arquitecto técnico)
Fotografia: Adrià Goula
Premios: Premi FAD d’Arquitectura 2024 (ex-aequo)

 

Una casa en medio de la ciudad. Una casa para una familia de 5 o 6 miembros, con bastante programa. En una zona de densidad urbana y en una parcela que, pese a ser bastante ancha y larga, está rodeada de otras edificaciones y con la presión propia de una gran ciudad. De la edificación existente sólo quedará la fachada a calle que es una fachada protegida.

La normativa permite edificar planta baja y dos plantas, con una profundidad considerable que satisface perfectamente las necesidades de programa de los clientes, pero al mismo tiempo esta condición de mucha profundidad hace pensar que podría tratarse de una casa con una zona interior demasiado oscura y mal ventilada.

El proyecto comienza a partir del reto de calificar el centro, de priorizarlo y convertirlo en el mejor sitio de la casa. Es una parcela ancha que permite la posibilidad de recuperar tipologías tradicionales de patio interior o de atrio, donde el centro de la casa se convierte en el mejor espacio de casa, el más representativo y el que califica indirectamente el resto de espacios que lo rodean.

Convertir el centro en un espacio mucho más conectado con el exterior, lleno de luz y con la posibilidad de abrirse y ventilar toda la casa. Un espacio intermedio que -aunque programado y profundamente arquitectónico- deja entrar la intensidad natural del clima desde la cubierta y divide la casa por la mitad, vaciándola, haciéndola más espaciosa y dejándola respirar. Un espacio que por sus condiciones menos domésticas de altura, luz y ventilación logra transmitir una sensación de exterior. La verticalidad del espacio central y la apertura cenital organizan el aire y la luz. Hacen visible lo invisible deslizando la luz natural hasta el fondo del atrio a la vez que estimulan la velocidad de la ventilación y la salida del aire caliente arriba hacia el exterior.

El programa que se organiza en torno al espacio central es extenso y bastante fragmentado. Proponemos una segunda categorización del programa que lo jerarquice de forma que cada planta tiene cuatro espacios importantes más grandes y altos, que se complementan con unos espacios secundarios más pequeños y claramente de menor altura.

Se aprovecha la jerarquía entre estancias para absorber la fuerte irregularidad de la parcela y resolver todos los espacios de forma regular y ortogonal en las piezas principales. Como en una arquitectura excavada, las diferentes direccionalidades de los espacios las absorben los grosores de los muros.

Las piezas principales mantienen siempre la misma posición y tamaño en todas las plantas, mientras que las piezas complementarias van variando, adaptándose y ocupando el espacio intersticial e irregular que queda entre las piezas principales. Unos grandes muros estructurales, muy gruesos y pesados que dotan a la casa de mucha estabilidad térmica, pero que a la vez están selectivamente despejados para acoger los programas más pequeños -y a menudo los más sensibles- en su interior.

Los grandes muros se han construido con hormigón «pobre» hecho en obra. Una mezcla con muy poco cemento y una selección de arenas y gravas que, aplicada con una técnica de compactación similar a la de la tapia, es una solución monolítica muy robusta y con mucha inercia térmica pero a la vez lo suficientemente porosa para ayudar a regular y estabilizar la temperatura, humedad y acústica de los espacios.

Los techos de los principales espacios siempre son los más altos posibles y de madera para conseguir diferenciarse al máximo de los espacios complementarios que son espacios totalmente minerales excavados dentro de los muros.

El espacio central es el más colectivo, el más primordial y especial de la casa. Se trata de un atrio en planta baja y planta primera combinado con un claustro superpuesto en planta segunda. Dos arquetipos con una geometría y dimensiones muy contundentes que encajan uno sobre otro y desde donde se organizan las distribuciones.

El atrio es el espacio más alto de la casa con cuatro pilares centrales que liberan el agujero del patio central y que acotan y enmarcan un espacio virtual en medio de la casa donde se ubicará la sala de estar.

El claustro superior es un espacio de similares características, con mucha altura y luz natural, pero sin la centralidad del atrio. En el claustro el uso, en lugar de ocupar el centro, rodea el patio. Cede el protagonismo a la luz y la ventilación y se sitúa en el perímetro ampliando los espacios de circulación y compartiendo con las habitaciones que lo rodean. Es una extensión de las habitaciones, el espacio colectivo.

Una casa dentro de la ciudad, que por sus características tipológicas y constructivas reconecta con modelos tradicionales mediterráneos característicos de la ciudad de Barcelona como patios góticos y sus valores bioclimáticos y de bienestar. Espacios diseñados para incorporar y exaltar la luz natural, la estratificación del aire o la fuerza de la gravedad. Una casa que intenta recuperar las relaciones con lo que nos rodea; una casa urbana.