Plaza de las Glòries 1308

Barcelona es una de las ciudades con mayor número de vehículos y los índices de contaminación más altos de Europa. El Eixample de Barcelona tiene el 95% de su superficie cubierta por edificios, aceras de panot y asfalto. Sólo un 5% de toda la superficie del Eixample es de tierra y transpira.

Nos encontramos delante de un desequilibrio manifiesto, que nos hace pensar que, quizás, el gran vacío que se abrirá en el Eixample por el derribo del anillo de la plaza de las Glòries se debería dejar un tiempo sin urbanizar, sin impermeabilizar. Permitir que la ciudad disfrute de un gran vacío, estabilizado temporalmente por una extensa plantación de árboles de diferentes especies. Barcelona no necesita ni más construcciones, ni más coches, ni más pavimento. El Eixample de Barcelona nos pide más transporte público, más bicicletas, más árboles y más zonas verdes.

Proponemos reducir progresivamente el tráfico rodado hasta cortar la Gran Vía en su paso por Glòries, dejando de ser una zona de paso para convertirse en centro de Barcelona, un nuevo destino y origen de un nuevo modelo de ciudad. Barcelona necesita un gran pulmón verde que se extienda por las calles de su perímetro, que se infiltre en la ciudad.

Pensamos que algunos de los edificios existentes dentro del ámbito de actuación pueden ser reutilizados. Creemos firmemente en la rehabilitación y mejora de la eficiencia energética de estos edificios. Un modelo de crecimiento económico mucho más sostenible que el derribo. Un modelo que debe extenderse a todo el parque inmobiliario de la ciudad.

Imaginamos actuaciones ligeras, transformables y reversibles, intervenciones que den cabida a las actividades del presente y del futuro. Escenarios futuros que nuestra generación no puede anticipar.