Rehabilitación del Vapor Cortès. Prodis 1923

Situación: Terrassa, Barcelona
Proyecto: 2020-2021
Obra: 2022-2024
Superficie construida: 3.842,2 m 2
Colaboradores: Maya Torres, Miquel Arias, Itziar González, Albert Ferraz, Andrea Arasa, Sara Ferran, Mariona Dalmau, Maria Azcárate
Equipo: DSM ARQUITECTES (estructura), M7 ENGINYERS (instalaciones), Carles Bou (arquitectura técnica), SOCIETAT ORGÀNICA (asesoramiento ambiental), MC ACÚSTICA (asesoramiento acústico), TERRITORIS XLM (planeamiento), GEOMÈTRIC (topografía)
Fotografía: Adrià Goula
Premios: Premio Bonaplata 2024

La nueva sede de Prodis está ubicada en unas antiguas naves industriales que originalmente formaban parte del Vapor Marqués. Las naves están conformadas por la tradicional estructura perimetral de muros de carga de ladrillo cerámico siguiendo un ritmo regular de pilastras y aberturas cada 3 metros. La luz de 12 metros de las naves se cubre mediante cerchas de madera -algunas bastante afectadas por las goteras de cubierta- que siguen el mismo ritmo de las pilastras. La cubierta también sigue la tradicional estructura de correas y latas de madera y baldosas cerámicas rematadas con teja arábica.

Entre las dos naves la calle de servicio original se ha ido edificando a lo largo de los años con construcciones híbridas de estructura metálica y bóveda cerámica. Como consecuencia de las actividades industriales que se han llevado a cabo, todos los edificios han sido transformados y alterados a lo largo de los años y por tanto el valor principal del conjunto radica en su estructura urbana en peine (nave-calle-nave), en su condición arquetípica de nave industrial y en su imperfección inherente producto de la historia de sus transformaciones y de la memoria acumulada.

Desde hace unos años la fundación Prodis está iniciando una transformación de su concepción de cómo trabajar con sus usuarios. Las personas con discapacidades siempre han tenido dificultades para encontrar su encaje en la sociedad. El objetivo de la fundación ya no es sólo darles una función útil con cierto rendimiento productivo, sino que se está iniciando una progresiva apertura de sus centros hacia funciones más empáticas donde los usuarios comienzan a interaccionar directamente con la sociedad y donde su trabajo tiene una recompensa más emocional y su utilidad adquiere más sentido.

El proyecto intenta recoger estas inquietudes y darles forma en la organización de los espacios y en su relación con la ciudad.

La primera estrategia es la recuperación de la calle central entre las dos naves. La condición pública de este pasaje refuerza la idea de abrir el centro en la ciudad y permite que la ciudadanía utilice los mismos espacios e interaccione con los usuarios en lugar de un edificio cerrado y separada, esta calle peatonal interior permitirá una relación mucho más porosa entre la entidad y la ciudad. Una relación mucho más directa y abierta entre usuarios y ciudadanos.

Se propone vaciar los forjados y cubierta del cuerpo central manteniendo las fachadas que le dan el carácter industrial y las vigas que las estabilizan. Como un vestigio completamente vaciado por dentro, donde llueve y corre el aire como en cualquier calle, pero a la vez conservando toda su historia todavía presente en sus paredes y vigas transversales. Una calle que surge del derribo selectivo de los techos pero que siga evocando a lo que había sido su historia reciente.

Para poder conectar los dos extremos del pasaje y solucionar la diferencia de cota entre las dos partes de la ciudad, en el tramo final aparece una grada escalera que soluciona el desnivel y permite acceder a los programas complementarios del nivel inferior. Esta grada acaba de dar una dimensión urbana y cultural al pasaje e invita a ser no sólo un espacio de paso, sino también un lugar de estancia.

A lo largo de las dos naves principales (y originales) se organizan los diferentes espacios del centro, accediendo directamente desde la calle interior pero a la vez interconectados interiormente. Son actividades que combinan usos principales como; talleres, aulas formativas, cocina o comedores con espacios más complementarios como; baños, salas de reuniones o almacenes y que al mismo tiempo responden a diferentes tipos de usuarios según el nivel de sus discapacidades.

La necesidad de subdividir espacios dentro de un espacio enorme y al mismo tiempo la necesidad de reforzar las cerchas existentes permite una organización de los espacios y de sus jerarquías basada en estos refuerzos estructurales.

Unas nuevas jácenas transversales en las cerchas existentes convierten el sistema unidireccional original en una estructura bidireccional donde las nuevas jácenas reducen la luz de las existentes y permiten poder conservarlas. Estos cruces entre estructuras nuevas y viejas crean unos patrones espaciales muy sutiles que siguen la misma lógica constructiva y material que el original y que permiten jerarquizar el espacio sin perder o ir en contra de su naturaleza original. Estos nuevos órdenes estructurales sobrepuestos a los existentes nos ayudan también a situar los programas más cerrados -que pasarán a ser grandes pilares- y al mismo tiempo unos lucernarios centrales en cada espacio principal que los califican y caracterizan. Las cajas opacas alojan los programas cerrados a la vez que recogen el peso de las nuevas jácenas que a su vez recogen el peso de las cerchas originales. En el cruce entre cerchas existentes y nuevas jácenas aparecen las cajas de luz, lucernarios que iluminan el centro de los espacios principales.

El proyecto intenta extender el trabajo madera-madera que actualmente ya caracteriza la construcción original donde el solapamiento entre sistemas (encaballada-correa-llata) crea una característica textura intrincada de listones de madera de diferentes dimensiones. Las nuevas jácenas, las nuevas cajas cerradas y los nuevos tragaluces seguirán la misma naturaleza de solapamiento madera-madera como si el mismo sistema constructivo que configuraba la cubierta se extienda para solucionar también las nuevas necesidades del edificio.

La nueva cubierta sigue teniendo un acabado exterior de teja arábica y conserva las correas y las latas originales, pero sustituye los ladrillos por una solución más ligera que permite solucionar los aislamientos térmicos según los requerimientos energéticos actuales a la vez que permite que la capa inferior de la cubierta funcione como absorbente acústico terminado con un velo poroso sujetado entre las latas de madera.

Las diferentes capas de la nueva cubierta también configuran los lucernarios haciendo que la solución de cubierta se despliegue y las latas y los acabados -colocados en vertical- nos ayudan a configurar el tipo de luz y la presencia del lucernario.

Las diferentes dimensiones de los espacios y las diferentes relaciones entre espacios principales y secundarios crean una secuencia de espacios encadenados que permiten entender la gran dimensión de las naves pero al mismo tiempo consiguen crear rincones y espacios más domésticos dentro de un todo. Los lucernarios ayudan a focalizar la atención en los espacios principales y en particular a centrarse en el uso y las personas. La luz natural central y cenital enfatiza lo que está pasando y la arquitectura pasa a tener un papel más discreto. La luz y la estructura establecen un vínculo intenso con el medio y de algún modo nos ayudan a sentirnos parte del mundo. Sentir la fuerza de la gravedad o cambios en la calidad de la luz natural nos transportan a una situación más emocional. Estamos convencidos de que ésta es una institución que necesita reencontrar esta dimensión existencial.

Más allá de las nuevas intervenciones estructurales con madera, el resto de intervenciones procuran ser muy discretas para preservar la esencia original del edificio y todas sus marcas y transformaciones. Para aislar las fachadas se ha optado por un trasdosado interior acabado con unas cerraduras de pared cerámica vista que siguen el ritmo de fachada.

En el exterior se recuperan los agujeros originales que se habían desfigurado, recuperando la relación de lleno vacío pero a la vez se intenta conservar el carácter de las micro transformaciones que ha sufrido el edificio. Preservar sus heridas y arrugas que nos explican el paso del tiempo. Creemos que esta suma de añadidos, sustracciones, aberturas o posteriores tapiados definen parte de su alma y pensamos que es muy importante mostrarlos para no perder ese tiempo acumulado que hace tanto convincentes los edificios históricos. En este sentido, proponemos retirar todos los revestimientos para reencontrar las transformaciones estructurales que explican los cambios y las etapas del edificio. Es en la estructura en la que encontramos su genética y su condición transhistórica.

Las aberturas se conservan o recuperan en su formato y en los casos donde tenemos espacios técnicos o de servicio adosados a fachada que no necesitan ventana convertimos aquellas aberturas en muros trombe (y paretodinámicos) para ayudar a climatizar los espacios interiores y al mismo tiempo nos sirven como entrada de aire de renovación pretratado.

El buen nivel de aislamiento térmico, las ventilaciones naturales, los muros trombe y las protecciones solares nos garantizan un buen funcionamiento pasivo. Un edificio que vivirá medio en el interior y medio en el pasaje donde la condición natural del clima será también parte de esta nueva apertura de la institución hacia el exterior.