Situación: Distrito de Ciutat Vella, Barcelona
Proyecto: 2018-2020
Superfície construida: 2.375m2
Colaboradores: Maya Torres, Sara Ferran, Montse Fornés, Miquel Arias, Anna Burgaya, Maria Azcarate, Lucía Huertas, Martina Fabré, Eva Millán, Jorge Suárez
Equipo: DSM arquitectura (estructura), Societat Orgànica (consultoría ambiental), i2A (acústica), M7 Enginyers (instalaciones), GOBELIN (técnicas escenográficas), Carles Bou (arquitecto técnico), CHROMA (restauración de patrimonio arquitectónico)
Fotografía: Adrià Goula
El Teatro Arnau se encuentra en la transición entre el Raval y el Paralelo, ocupando el espacio liberado tras el derribo de la antigua muralla de Barcelona. Las fachadas laterales son muy básicas, planas, de una austeridad absoluta… una construcción honesta y nada representativa; por el contrario, la fachada principal -la del paralelo- quiere destacar y mostrar que es un teatro.
Es el último Teatro de Barraca de la ciudad y se encuentra en muy mal estado por lo que inevitablemente habrá que intervenir, pero entendiendo que representa un legado de interés histórico imperdible.
Uno de los rasgos más definitorios del Teatro de Barraca es la tipología de nave de tres cuerpos. Un cuerpo principal y dos laterales. Una estructura muy ligera, casi industrial, similar a la de los mercados con un volumen importante y una direccionalidad muy clara. Una tipología constructiva muy pragmática y esbelta poco frecuente en el ámbito teatral. En contradicción con la racionalidad de la nave, aparecen los palcos en forma de herradura, con una geometría más teatral. Lo que mejor expresa esta complejidad entre nave y herradura es la estructura de madera.
Se propone desnudar el esqueleto para poder identificar la esencia del teatro: un sistema porticado de tres naves, de pilares muy esbeltos cruzando un entramado más denso y complejo, de geometrías muy expresivas que conformaban las vigas y entrevigados los forjados de los palcos. Las cerchas curvadas, y la cubierta de entarimado de madera completan este frágil pero excepcional sistema a preservar.
Derribar selectivamente todo lo posible hasta dejar sólo la fachada, la boca de escena, la barandilla de la herradura y toda la estructura de madera (pilares, forjados, entramados de fachada …). Dejar el esqueleto de madera pelado, sanearlo, añadir conectores metálicos, refuerzos y hormigonar aquellos espacios entre madera necesarios para garantizar la estabilidad de la estructura.
El hormigón es un material que se adapta -in situ- a la forma de la preexistencia, a las pequeñas irregularidades e imperfecciones de la estructura original. Llega donde los otros materiales con forma predefinida no podrían llegar.
La madera -como en un fósil- queda fijada entre materia mineral, respetando su forma, su historia y toda su especificidad y expresividad, pero mejorando la capacidad estructural. La sección actual de madera no podría soportar las sobrecargas de uso ni la resistencia al fuego que exige la normativa, pero sí que nos puede servir como encofrado perdido.
Algunas partes del esqueleto original de madera se dejan sin rellenar de manera que aparecen dobles espacios a través de los entramados de la antigua estructura -como si fuera una tela de araña- haciendo explícita la fragilidad del teatro original. El Hall y la platea son los espacios donde es más fácil reconocer estas preexistencias.
El antiguo café se derribará y en su lugar se construirá un nuevo espacio más abierto en la ciudad: el Ateneo. Se construirá con una tipología y un sistema constructivo similar, como si se tratara de un pequeño teatro de barraca. Reproduce un gesto similar al de la herradura, pero más alargado y direccionado hacia la calle, donde una nueva gran boca de escena en fachada convierte la plaza en escenario -y viceversa. La gran apertura -que toma como referencia la boca del teatro- es el nuevo icono del edificio, un único gesto sencillo que nos muestra qué pasa dentro del Ateneo pero que también nos conecta emocionalmente con el teatro y con la acción teatral.
Para poder ampliar el programa, se construyen dos plantas sótano donde se ubican los servicios, vestuarios, sala de ensayo, almacenes y el taller escénico. Para crecer por debajo se recalza el edificio, es decir, se construye desde arriba y luego se vacían las tierras. Este recalce mediante micro-pilotes permite continuar las grandes trazas de la estructura del Arnau, construyendo -bajo tierra- una simetría de los espacios que tenemos sobre-rasante. Al vaciar las tierras aparecen -como si fueran preexistencias- las cortinas de micro-pilotes, estructuras esbeltas en forma de entramado metálico que rellenamos con hormigón de la misma manera que operamos con las preexistencias de madera del teatro.
El edificio utiliza el contacto con el terreno y los micro-pilotes para estabilizar la temperatura de los muros y el aire que circula por ellos y que va ascendiendo por estratificación cruzando la sala hasta salir por la cubierta y el antiguo tragaluz que se transformaran en un exutorio natural del aire a la vez que en un gran silenciador acústico. Cuando sea necesario ventilar o disipar el calor interno de manera natural el edificio podrá estar térmicamente abierto, pero a la vez acústicamente cerrado.
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